En la actualidad, dice Eco, sabemos que el libro es una herramienta que estimula la memoria y provoca nuestro esfuerzo mental. Posteriormente hace referencia a una de las que él llama falacias de McLuhan, el hecho de decir que estamos dominados por la imagen sobre la palabra, y dice que las generaciones actuales están más centradas en la computación, y una de las principales características de la pantalla de una computadora es, a decir de Eco, que contiene más símbolos alfabéticos que imágenes.
Un viejo profesor universitario, será incapaz de leer en una pantalla de computadora como lo hace un adolescente, explica Eco, afirmando que los jóvenes están encaminados a la lectura e incluso a la lectura y escritura más rápidas, por medio del teclado y de la pantalla de sus computadoras.
Al contrario de autores como Sartori, Eco hace una precisión muy importante: debe haber un balance entre las obligaciones y las tareas, es decir, si se puede aprender mejor algo por medio de cd´s que por los libros pues se deben usar los cd´s, el problema no es oponer una forma de comunicación a otra sino complementaras para que el conocimiento sea mejor.
A partir de dos preguntas comienza el segundo apartado de lo expuesto por Eco: ¿Las computadoras hacen obsoletos a los libros? Y ¿las computadoras harán obsoletos a los materiales impresos? El autor responde que no. La computadora no terminará con los materiales impresos, pues alienta a que existan.
Los libros aun siendo impresos en papel ácido duran al menos 70 años, es decir que resisten más que los soportes magnéticos y no están impedidos por apagones, o bajas de voltaje, aparte de ser la manera más económica, practica, flexible y versátil de difundir información, argumenta Eco.
Nunca será lo mismo leer de la pantalla que leer un libro, dice Eco, asimismo afirma que el libro seguirá siendo la mejor compañía de un náufrago por ejemplo. Las computadoras son una nueva forma de alfabetismo pero no son capaces de satisfacer todas las necesidades intelectuales que estimulan. A lo largo de la historia de la cultura nunca ha ocurrido que una manifestación artística mate a otra, sino que la cambia profundamente.
La segunda falacia de McLuhan va de la mano con la concepción de la “aldea global”, pues para Eco no vivimos en una aldea sino en una comunidad electrónica global. Quien vive en esta nueva sociedad rompe los esquemas preestablecidos, crea nuevos textos y rompe las barreras autor/lector, y las nuevas tecnologías pueden usarse de excelente manera incluso para fines revolucionarios.
Un viejo profesor universitario, será incapaz de leer en una pantalla de computadora como lo hace un adolescente, explica Eco, afirmando que los jóvenes están encaminados a la lectura e incluso a la lectura y escritura más rápidas, por medio del teclado y de la pantalla de sus computadoras.
Al contrario de autores como Sartori, Eco hace una precisión muy importante: debe haber un balance entre las obligaciones y las tareas, es decir, si se puede aprender mejor algo por medio de cd´s que por los libros pues se deben usar los cd´s, el problema no es oponer una forma de comunicación a otra sino complementaras para que el conocimiento sea mejor.
A partir de dos preguntas comienza el segundo apartado de lo expuesto por Eco: ¿Las computadoras hacen obsoletos a los libros? Y ¿las computadoras harán obsoletos a los materiales impresos? El autor responde que no. La computadora no terminará con los materiales impresos, pues alienta a que existan.
Los libros aun siendo impresos en papel ácido duran al menos 70 años, es decir que resisten más que los soportes magnéticos y no están impedidos por apagones, o bajas de voltaje, aparte de ser la manera más económica, practica, flexible y versátil de difundir información, argumenta Eco.
Nunca será lo mismo leer de la pantalla que leer un libro, dice Eco, asimismo afirma que el libro seguirá siendo la mejor compañía de un náufrago por ejemplo. Las computadoras son una nueva forma de alfabetismo pero no son capaces de satisfacer todas las necesidades intelectuales que estimulan. A lo largo de la historia de la cultura nunca ha ocurrido que una manifestación artística mate a otra, sino que la cambia profundamente.
La segunda falacia de McLuhan va de la mano con la concepción de la “aldea global”, pues para Eco no vivimos en una aldea sino en una comunidad electrónica global. Quien vive en esta nueva sociedad rompe los esquemas preestablecidos, crea nuevos textos y rompe las barreras autor/lector, y las nuevas tecnologías pueden usarse de excelente manera incluso para fines revolucionarios.
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