jueves, 12 de febrero de 2009

ELOGIOS, PROBLEMAS Y PROPUESTAS.


En este texto escrito y expuesto por Carlos Monsiváis, he logrado distinguir puntos fundamentales para comprender el problema de la falta de lectura en el país. Por un lado, me parece que tradicionalmente el sector de lectores regulares siempre se ha visto superado por quienes no leen, es decir es un problema histórico que viene desde la educación en el núcleo social más importante: la familia.

Esto me hace pensar en que el argumento ofrecido por el autor sobre los costos de los libros y cómo esos precios separan a los estudiantes de la lectura, esto en el sector público, pero también reflexiono sobre la falta de interés por parte de quienes tienen el poder adquisitivo para comprar libros y aun así no lo hacen. Y es que gastar en libros, muchas ocasiones no se ve como una inversión productiva sino como un gasto pesado.

El proceso de globalización, se ha estudiado desde diferentes enfoques, uno de estos refiere conceptos como imperialismo cultural. Las industrias culturales, también se extienden por el campo editorial, y según Monsiváis, imponen, mediante sus grandes aparatos publicitarios, dos grandes campos de lectura: los bestsellers y los libros de autoayuda.

La globalización ha traído consigo fenómenos insospechados en los que grandes sectores de la población, movidos por la curiosidad, leen éxitos comerciales, muchas veces difundidos y que saltan a la fama gracias a otro tipo de medios. En este momento me vienen a la mente ejemplos como Harry Potter, que si bien ya tenía un grupo de lectores fieles, sus filas se acrecentaron de manera exponencial al mostrarse las adaptaciones en la pantalla grande.

En el mercado de los libros, muchas veces nos encontramos con la llamada literatura basura, o en términos de Monsiváis en “libros que sólo los son en apariencia”, clarísimo ejemplo: Cañitas
En esta dinámica de mercado, en la que la diversificación de las empresas es sorprendente, se han creado grandes grupos editoriales que se “apoderan” de los mercados y también de las firmas que por diversas razones no logran sobrevivir por sí solas, absorbiéndolas.

Las firmas independientes, trabajan con lo poco que tienen y ofrecen una especie de resistencia frente a los grandes Holdings, esto debido en parte a la falta de apoyo por parte del gobierno, quien debería en un sentido hipotético, ayudar por medio de políticas fiscales que favorecieran el trabajo editorial, como lo hizo el gobierno español, inyectando recursos al sector editorial, lo que hizo que su nivel de producción y por tanto de lectura aumentara e incluso superara el de nuestro país, que anteriormente proveía de libros a ese país.
En mi posición de Universitario, podría criticar, por ejemplo, el hecho de que no exista en nuestras instituciones, bibliotecas con un sistema de organización al nivel de las exigencias de los estudiantes, a los ejemplos me remito:

En la Biblioteca de nuestra Facultad, muchas ocasiones aparecen libros registrados en los catálogos que no tienen existencia física en los estantes; pocos ejemplares, ejemplares maltratados (lo cual ameritaría todo en reportaje sobre el trato que los estudiantes le dan a los libros), problemas con la organización interna de la biblioteca, (ausencia de empleados de limpieza, o de los encargados de préstamo y recepción) lo cual entorpece el acceso a los libros.
Si eso es en el nivel Universitario, el nivel básico de educación está muy por debajo de éste, pues cuenta con problemas mucho más graves y que vienen de raíz. Monsiváis, quien seguramente posee un placer inmenso por la lectura, dice que ese placer no puede ser transmitido por alguien que no lo posee, en este caso los profesores de primaria o secundaria, incluso la lectura parece prescindible.
Faltan, aparte de los antes mencionados estímulos fiscales, más y mejores campañas de promoción de la lectura, mejor planeadas y que de verdad alienten a los estudiantes de educación básica a la leer más, porque leer “voluntariamente a fuerza” u obligar a los alumnos a leer hace que tarde o temprano aborrezcan la lectura por verlo como una imposición o hasta como un castigo.
A final de cuentas, la lectura sigue siendo un acto personal, la lectura y las sensaciones que despierta, son algo que sólo puede experimentar quien se ha conmovido por leer un libro, el viajar a través de las páginas devorando una historia, o adentrarse en personalidades diferentes, ser quien no somos, vivir vidas que no viviremos, todas esas cosas sólo se conocen cuando se han vivido.

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