sábado, 14 de febrero de 2009

¿EL HOMO VIDENS?



Sartori, en su libro Homo Videns. La sociedad teledirigida plantea una especie de crítica hacia los medios que de alguna manera toman a la imagen como su materia prima para comunicar: en este caso la televisión.

Parte fundamental de la organización humana, de las culturas, que nos distingue de los animales, es el uso de los símbolos para expresar cosas. El lenguaje mismo, parte de ese principio, la tradición oral, el lenguaje –palabra, es lo que no separa de los demás animales.


Tomando en cuenta este planteamiento, la transición de la palabra oral a la palabra escrita es uno de los pasos fundamentales para el desarrollo humano, aunque el saber leer, el saber escribir, durante siglos fuera exclusivo para una minoría letrada. No sería hasta la impresión de la Biblia de Gutenberg, que constó de un tiraje de 200 ejemplares, cuando comenzó a extenderse la posibilidad de que la lectura llegara más lejos.


Con la invención de la imprenta, que permitió la reproductibilidad de los textos, el hombre estaba ya, desde ahí, rompiendo con barreras espaciales y temporales, pues un texto al que alguien tenía acceso podía ser leído por otra persona. El mismo ejemplar, podía ser consultado o terminar en manos de otros y tiempo después el conocimiento habría trascendido esas barreras.


El proceso, obviamente sería lento, partió desde 1452 con Gutenberg, y culminaría con la impresión de los Diarios en el siglo XIX. Los avances tecnológicos siguen su camino con el telégrafo, el teléfono y la radio que eliminaban las distancias, principios que el hombre estaba persiguiendo desde la imprenta, con la diferencia de que estos medios no “menoscaban” la importancia de la palabra.


Según Sartori, el problema, por llamarlo de alguna manera, viene con la invención de la televisión y del televisor, medio en el que el ver supera al hablar y al escuchar, cosa que convierte al espectador en un animal vidente más que en uno simbólico.


Los avances tecnológicos, en muchas ocasiones han sido satanizados, porque se piensa que al ser nuevos destruirán a los viejos. La tecnología avanza a grandes zancadas, y sí se han modificado los viejos artilugios tecnológicos, por ejemplo: los viejos discos de acetato, las videocaseteras beta-max, entre muchos otros. En el campo del entretenimiento, cuando el teatro estaba a la vanguardia y aparece el cine, el miedo a la desaparición del primero no se hizo esperar, y en el campo de los medios de comunicación la cosa no ha sido muy distinta.


Y es que para Sartori, el hecho de informarse viendo, por medio de la televisión, es trasladar el contexto de la palabra al contexto de la imagen, y es entonces cuando difiero un poco. Si bien, en la televisión se privilegia la imagen sobre el texto, no se limita al a presentación de imágenes descontextualizadas.


Y es que Sartori dice: “La palabra es un símbolo que se resuelve en lo que significa… entendemos la palabra sólo si podemos, es decir si conocemos la lengua a la que pertenece… Por el contrario la imagen es pura y simple representación visual, la imagen se ve y eso es suficiente”[1]


Me imagino entonces una serie de imágenes vistas en el televisor, que por el solo hecho de ser imágenes sean comprensibles, no creo que se de así. Por ejemplo, si observamos en la televisión una imagen de soldados combatiendo, no nos dice nada, solo podemos saber que están luchando, pero el quién, el dónde, el por qué, quedarían sin respuesta si no fuera por la contextualización realizada por medio de la palabra o del texto, la imagen por sí sola no es suficiente.


Para Sartori, la televisión, crea una nueva especie de humanos, comenzando por el llamado video-niño, quien al crecer en la primacía de la imagen, se desarrollará como un ser empobrecido que se verá limitado en casi todos los sentidos, que se condenará a no leer de por vida, que será un inculto. Me permito diferir. El problema del video- niño sería la falta de padres que controlen la estancia de un jovencito frente al televisor, la falta de estímulos para leer, cosa que Sartori no contempla.


Debemos recordar que si bien los niños son esponjas de aprendizaje, también están llenos de imaginación que puede, y de hecho es explotada por medio de juegos, lecturas, e incluso caricaturas de alto contenido educativo. Es decir, y eso sí lo comparto con el autor, el problema no es el medio si no lo que se transmite en éste.


No me parece que la primacía de la imagen sea tan problemático, ni que haya razón para ser tan apocalípticos. Me parece que sería mejor, exprimir lo provechoso de los medios de comunicación que privilegian la imagen, es decir, sacarles lo mejor, e incluso tratar de educar por medio de estos.


La educación y la cultura, de la que habla Sartori, no se adquiere exclusivamente de los libros. Si existe un libro de texto de biología, por ejemplo, y el maestro le dice al grupo lean y hagan el “clásico resumen”, los resultados podrían ser no tan provechos. En cambio si se proyecta ante la clase un video documental de algún proceso biológico, donde los alumnos puedan observar cómo pasan las cosas que el texto les dice, puede que sea más atractivo (visualmente) y más aprovechado (intelectualmente) por las nuevas generaciones.


Con ese ejemplo no estoy diciendo que se dejen de lado los textos, cosa que quiero creer jamás pasará, es simplemente para decir que los medios que privilegian a la imagen no son malos, que es mejor adaptarlos de formas didácticas, atractivas para las nuevas generaciones, con el fin de evitar futuros tan negros como el que pinta Sartori.


El autor considera que ningún argumento a favor del uso positivo de los medios que ponen a la imagen sobre la palabra, sea argumento que demuestre la superioridad alguna de la cultura audio-visual sobre la cultura escrita y en eso coincido, jamás será superior una que otra, son medios diferentes igualmente dignos de uso, y más aún dignos de complementarse.


Usar los medios, de acuerdo con las exigencias de las nuevas generaciones y aprovechando la tecnología disponible creará seres que no sean humanos empobrecidos sino enriquecidos tanto por los mensajes orales-escritos como por los mensajes audio -visuales.


[1] Sartori Giovanni. Homo Videns. La sociedad teledirigida. Pág. 35.

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